domingo, 30 de mayo de 2010

Sabina: lo que me dice mi papá


Pasado mañana cumplo siete meses. No he escrito nada desde que cumplí cuarenta o cuarenta y cinco días, no recuerdo bien. Lo que pasa es que mi papá acapara la computadora y no me deja utilizarla; él dice que es porque ha tenido mucho trabajo, pero yo creo que nada más se dedica a hacerce güey (¡uy, perdón!, es que mi mamá ya me está pegando lo lépera). En fin, que trataré de escribir más seguido, aunque sea poquito. Voy a quitarle la computadora a mi papá y no voy a dejar que la utilice hasta que me compren la mía.

Muchas, muchísimas cosas han pasado a lo largo de estos meses. Lástima que no me hayan dado chance de escribir sobre ellas. Todos los días tengo cosas que contar, todos los días aprendo cosas nuevas. La verdad es que me la paso bastante bien, mis papás son chistosos; están medio güeyes porque no sabían como cuidar a un hijo, pero ya van aprendiendo. Debo reconocer que le han echado ganas.

Es fascinante descubrir el mundo; como decía, cada día descubro cosas nuevas. Recientemente descubrí mi mano. Me paso mucho tiempo contemplándola. ¡Es increíble! Mi mano responde a mis movimientos; como yo, mi mano es chiquita pero ha ido creciendo. Por otro lado, cada vez tengo mejor coordinación; antes era muy torpe y débil pero ahora ya puedo sosotener mi cabeza sin problema. Si me dejan boca arriba, ya me sé voltear yo solita pero me desespera no poder gatear todavía, ya mero lo voy a lograr.

La convivencia con mis animales también ha sido un acontecimiento para mí. De todos, con el que más contacto tengo es con Lucas; me encanta verlo y reírme de él. Está muy malito del corazón y por lo eso ya no sale a correr, espero que no se vaya antes de que pueda yo jugar con él. De Pupa todavía me acuerdo y me da tristeza no haber convivido más con ella; sin embargo, yo sé que desde el cielo ella nos cuida a mí y a mis papás. Andrés Manuel es otro que me cae muy bien, es un gato muy necio que se la pasa protestando por todo. El Abuelito es un gato muy serio, cada vez camina más lento; ni yo ni mis papás quisiéramos que sufra, nos gustaría que un día se quedara dormidito aquí en su casa y en compañía de quienes lo queremos. Ojalá que Dios le conceda un final feliz. Con Galatea y Angelita también convivo, aunque todavía no me dejan tocarlos porque en lugar de acariciarlos les jalo el pelo y se enojan. Finalmente, con Chapis y Mateo convivo cada vez más; casi diario voy con mi papá a pasearlos, me encanta verlos correr en el jardín, me emociono cada vez que los veo. Espero pronto poder caminar y jugar más con ellos.

Quisiera contar muchas más cosas: mi mamá cada vez me da menos pecho, desde hace un mes ya duermo solita en mi recámara, tengo casi dos meses en la guardería, mi papá me canta todos los días con un inglés muy malo, mi mamá dice que soy lo mejor que le ha pasado en la vida,... ¡Uf, cuántas cosas! Ya iré contando...

Ahora lo que quisiera platicar es algo que me dijo el otro día mi papá. Me pidió que no lo contara pero a mi me gustó mucho, así que ni modo, tendré que traicionar su confianza. Espero que después de esto, me siga contando cosas. Papá, al igual que mi mamá, dice que soy lo mejor de su vida. Dice que no quería tener hijos, por eso se tardó tanto en ser papá; mi mamá tampoco quería, así que estaban los dos de acuerdo en eso. Sin embargo, parece ser que gracias a lo que mi mamá estudiaba en la maestría, poco a poco le fueron dando ganas de ser mamá. Mi papá dice que en el fondo él también lo quería pero se cagaba de miedo (así dice). Hace casi año y medio, unos meses antes de que se decidieran probar a ver si yo me decidía a llegar, tuvieron una de sus crisis más fuertes, habían decidido separarse. ¡Lo que se hubieran perdido! Después de la reconciliación, decidieron dejar de cuidarse (así dice mi papá, no sé bien a qué se refiere) y a los dos meses de eso supieron que yo venía en camino.

Por supuesto, les he cambiado la vida a ambos. Desde que me adelanté al nacer y estuve más de un mes en el hospital, la vida fue distinta para ellos. Nunca dimensionaron mi nivel de demanda como tampoco dimensionaron el cariño que serían capaces de sentir hacia un ser tan pequeño como yo. Mi papá dice que nunca pensó que querría tanto a alguien como me quiere a mí. No importa que no lo deje dormir, que llore para que me cargue o que no le permita comer tranquilo. Afirma que yo y mi mamá somos lo que más quiere en el mundo y que está especialmente agradecido con ella porque piensa que si ella no se hubiera decidido a tener un hijo, su miedo hubiese sido más grande y no me habría tenido.
A mí me da muchísimo gusto que, fuese como fuese, ellos hayan decidido darme la oportunidad de venir al mundo y de cambiarles sus vidas. Seguiré despertándolos a media noche para que me den de comer y me cambien el pañal, seguiré también angustiándolos cuando me enfermo y seguiré llenando sus vidas dejándolos ver como aprendo cosas y descubro el mundo. Él disfruta muchísimo estar conmigo horas enteras, cantarme sus canciones ochenteras, bañarme todos los días y decirme que, cuando me río, él puede ver la sonrisa de Dios.

Bueno, ya me voy porque mi papá ya se despertó y va a querer usar la computadora. Además, no quiero que sepa que ando publicando sus intimidades.
Adiós.
P. Sabina.