martes, 25 de agosto de 2009

Relato: One of us

Alaben su nombre con danza,
con pandero y con arpa canten,
porque Jehová tiene contentamiento
en su pueblo.
Salmo 149. 2-3.

Ignoro si algún día podré tocar aceptablemente la guitarra, yo esperaría que sí. Éste es mi tercer intento. El primero primera fue hace aproximadamente cuatro años, antes ve venir a radicar a San Juan del Río. Empecé a tomar clases los sábados con el Moyo. Por aquellos días andaba realizando semana a semana mis viajes de trabajo por el Bajío: Morelia, León, Irapuato, Celaya y anexas cargando a todos lados mi guitarra con el fin de ensayar. Inicié aprendiendo a leer las tablaturas y ejecutando los diversos ejercicios que me dejaba el Moyo. Alguna vez incluso venimos la Pequeña y yo de vacaciones a San Juan y me traje la lira para seguir ensayando y perfeccionar el Andante de Carulli. No recuerdo exactamente que pasó después, el caso es que la dejé. Seguramente argumenté falta de tiempo; quizá fue la temporada en la que comencé más en forma a preparar mi primer maratón, el de la Ciudad de México. Dejé la guitarra, como tantas cosas he dejado en mi vida y en general (no es justificación) dejamos los seres humanos. Ya instalado en San Juan, hubo un tibio intento por retomarla pero duró no más de un mes. Desde entonces, la guitarra estuvo guardada en su estuche durante más de tres años.

Hace un mes aproximadamente, la temporadita que tuve pocas clases debido a las vacaciones de verano, rescaté a la guitarra del abandono en el que la tenía y comencé a tocar de nuevo. Dado el escaso tiempo transcurrido, recuerdo bien como fue. Entré a You Tube buscando el video de la canción One of us de Joan Osborne. La idea era practicar mi inglés como lo hago con cierta frecuencia, leyendo letras de canciones a la vez que las escucho y las canto (perdón, las intento cantar), buscando mejorar mi pronunciación. Comencé a trabajar con el video y la letra. Para quien esté leyendo estas líneas y no conoce la canción referida, he de decir que se trata (para mi gusto) de una excelente composición que gira fundamentalmente alrededor de una pregunta: What if God was one of us? (algo así como ¿Qué pasaría si Dios fuese uno de nosotros?) En algún punto, la guapísima rubia también cuestiona ¿qué le preguntarías a Dios si estuvieses frente a él y sólo pudieras hacerle una pregunta? Tan solo un par de muestras de las filosóficas preguntas que se plantea en torno a la imagen de Dios. A pesar de que la he escuchado antes infinidad de veces, al tiempo que escuchaba, liberé una nada despreciable cantidad de secreciones lacrimales. Las preguntas son demoledoras y especialmente los son ahora para un servidor en mi actual situación: a pocos meses de que nazca Sabina, este tipo de cuestionamientos surgen a cada instante. A la pregunta de Joan Osborne de si Dios fuese uno de nosotros, yo le respondería que lo que hoy creo (hoy, ayer pensaba diferente y mañana seguramente creeré algo distinto) es que en efecto, Dios es uno de nosotros. De hecho, Dios está aquí, en este momento junto a mí (o dentro de mí) mientras tecleo. También está afuera, en el patio, cuidando el sueño de Mateo y de la Chaparra. Igualmente, el jefe está en la pancita de la Pequeña, pendiente del crecimiento de Sabina. El jefe soy yo mismo y también lo eres tú que lees esto (¡blasfemia! ¡crucificadle!). El jefe está en absolutamente todos lados, por eso es quien es. Con esto, me acerco un poco a la postura pandeísta de Spinoza: Dios es sustancia, es perfecto, es y no es al mismo tiempo. Me parece que el gran error de los seres humanos es pretender encasillar a Dios como una persona similar a nosotros pero ajena a nosotros. Regreso a lo que dice la canción: está con nosotros, somos nosotros mismos (esto último lo agrego yo).

Decía antes que, mientras escuchaba la canción, lloré durante varios minutos. La reproduje varias veces, buscando seguramente agotar la totalidad del llanto reservado para los siguientes días. Allí mismo, en You Tube, encontré varios covers de la misma canción y elegí un par de ellos para escucharlos. Una chica gringa que ejecuta uno de los covers junto con Joan Osborne, son las culpables de que haya decidido volver a intentar emular a los músicos rasca-tripas (parafraseando a Pedrito Infante). En ese momento, aún con lágrimas en los ojos, saqué a la guitarra de su rincón y comencé a rascarle las tripas. Desempolvé también mis apuntes con las lecciones del Moyo y me puse a practicar. Desde entonces, sólo le he fallado un par de días. Actualmente, me está costando trabajo hacerme cancha para tocar pero defiendo esos escasos cuarenta y cinco minutos (una hora a lo más) al día teniendo como una de mis metas la de, algún día, tocar One of us y subir un video a You Tube.

Además de la canción ampliamente referida me motiva el hecho de poderle cantar canciones a Sabina y de que algún día ella las cante conmigo. Se me enchina la piel tan sólo de imaginar el momento en que yo toque alguna canción infantil (allá en la fuente / había un chorrito / se hacía grandote /se hacía chiquito) y ella se ponga a cantar y bailar. Viene a mi mente Pedrito en Pepe el toro cuando les canta a los hijos de su amigo boxeador la canción del osito carpintero.

Veremos que pasa, ya lo iré relatando en este espacio. Dice el viejo y conocido refrán (el Chapulín Colorado dixit): uno pone aquel dispone (lo de “aquel” es mi hereje aportación). Mientras tanto, seguiré ensayando todos los días sabiendo que Dios sonríe cada vez que vibran las cuerdas de mi guitarra.

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2 comentarios:

  1. Muy interesante reflexion Paco...

    En verdad comparto que Dios esta alrededor nuestro y en nosotros, la guitarra es un gran acompaniante, que gusto que vayas encontrando esa magia y seguro Sabina, Pili y Tu cantaran, bailaran y crearan una atmosfera increible en medio de su amor.

    Mucha suerte y seguimos en contacto,

    Un abrazo amigo,

    Daniel

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  2. Así es mi Dani. Esperemos algún día en verdad acompañarnos con ese mágico amigo.
    Un abrazo.

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